jueves, 7 de abril de 2016

Gabriel Fauré – 13 Nocturnos



  • G. Fauré, nacido en Pamiers (Francia) el 12 de Mayo de 1845 – murió en París el 4 de Noviembre de 1924. Compositor, organista, pedagogo y pianista.
  • Dotado precozmente para la música, fue admitido gratuitamente en la famosa escuela Niedermeyer en París de la que fue alumno durante diez años (1855-1865), donde tuvo como profesor de piano a Saint-Saëns.
  • Una vez terminados sus estudios, Fauré comenzó una brillante carrera como organista, primero en la Iglesia de Saint Sauveur enRennes durante cuatro años, después en París; en 1896 le nombraron titular de la iglesia de Santa Magdalena (Madeleine), sucediendo a Saint- Saëns. Ese mismo año fue nombrado también por la cátedra de composición en el Conservatorio sucediendo a Massenet. En 1905 fue nombrado direcetor del Conservatorio de París, cargo que ocupó hasta 1920, durante esos años introdujo numerosas reformas en la enseñanza. Debido a su sordera se vio obligado a dimitir. A partir de entonces, vivió aislado sus últimos años
  • Fauré fue enemigo de todo tipo de énfasis, amigo de la claridad melódica y de las sutilezas armónicas de escritura. Con una sólida formación técnica y que le permite arriesgar las combinaciones más atrevidas dentro de un margen de equilibrio. 
  • Cultivó las pequeñas formas y  es considerado como el maestro de la canción francesa.
  • Al ser pianista, Fauré se apoderó con naturalidad de los elementos del lenguaje de los grandes pianistas compositores de la primera mitad del siglo XIX, Schumann, Mendelssohn y Chopin. Su admiración por Wagner no puede pasar desapercibida en su estilo, aunque más discreta que en la mayor parte de sus contemporáneos. 
  • La producción musical de Fauré no es inmensa, pero sí de una gran calidad, música para la escena, música de cámara, y sobre todo una bella literatura para piano.
  • La cualidad más asombrosa de la personalidad musical de Fauré es su carácter intemporal, precisamente lo que su amigo Saint-Saëns afirmaba: “Fauré no tiene edad y no la tendrá nunca”. 
La música de cámara (cronología de las grandes obras)

Se trata de un conjunto de diez piezas esenciales, dos de ellas de juventud, dos de la madurez y seis que datan de los ocho últimos años de la vida creativa del compositor (cuando la música de cámara vino a ocupar el primer plano de su producción). El Cuarteto de cuerdas es la única obra en la que renuncia al piano.

Si la armonía en Fauré es rica e innovadora, la melodía y los diseños rítmicos no son menos importantes.
El compositor cultivó con predilección la forma sonata, no sin ampliarla mediante un segundo desarrollo después de la reexposición. Los temas presentan en la mayoría de los casos cierto parentesco orgánico.

No compone para instrumentos de viento, permaneciendo fiel a los instrumentos de cuerda. Es un músico esencialmente francés por su estilo y por su pensamiento.
  • Sonata nº 1 Op. 13 en La M para violín y piano, compuesta en 1875/1876, editada en Leipzig- Editorial Breitkopf y Härtel 1878. 
  • Cuarteto nº 1 Op. 15 en Do m para piano y cuerdas (violín, viola y chelo), escrito entre 1876/1879, el final revisado en 1883, editado en París – Editorial Hamelle 1884.
  • Cuarteto nº 2 Op. 45 en Sol m para piano y cuerdas (violín, viola y chelo), compuesto en 1885/1886, editado en París-Editorial Hamelle 1887.
  • Quinteto nº 1 Op. 89 en Re m para piano y cuerdas (dos violines, viola y chelo), escrito entre 1903/1906, editado en New York-Editorial Schirmer 1907. 
  • Sonata nº 2 Op. 108 en Mi m para violín y piano, compuesta en 1916/1917, editada en París-Editorial Durand 1917. 
  • Sonata nº 1 Op. 109 en Re m para violonchelo y piano, compuesta en 1917, editada en Paris- Editorial Durand 1918). 
  • Quinteto nº 2 Op. 115 en Do m para piano y cuerdas (dos violines, viola y chelo) escrito entre 1919-1921, editado en París- Editorial Durand 1921. 
  • Sonata nº 2 Op. 117 en Sol m para violonchelo y piano, compuesta en 1921, editada en París- Editorial Durand 1922. 
  • Trío Op. 120 en Re m para violín, violonchelo y piano, compuesto en 1922/ 1923, editado en París-Editorial Durand 1923. 
  • Cuarteto de cuerdas Op. 121 en Mi m, compuesto en 1923/1924, editado en París – Editorial Durand 1925.
      La música de cámara (otras obras)
  • Aprés en Revê Op. 7 nº 1 para violoncello y piano (1878). 
  • Romance Op. 28 en Sib M para violín y piano, compuesta en 1887. 
  • Berceuse Op. 16 en Re M para violín y piano, escrita hacia 1879 (dedicada a Héléne Depret) 
  • Elegía Op. 24 en Do m para violoncello y piano, data de 1880 (dedicada al violonchelista Jules Loëb) 
  • Papillon Op. 77 en La M para violoncello y piano, hacia 1884. 
  • Siciliana Op. 78 en Sol m para violoncello y piano, escrita en 1893. 
  • Romance Op. 69 en La M para violoncello y piano, compuesta en 1894. 
  • Serenata Op. 98 en Si m para violoncello y piano, escrita hacia 1908 (dedicada a Pablo Casals) 
  • Andante Op. 75 en Sib M para flauta y piano, data de 1897. 
  • Fantasía Op. 79 en Mi m para flauta y piano, escrita en 1898.
Música para la escena, orquestal y concertante
  • Concierto para violín y orquesta Op. 14, inédito (1879) 
  • La naissance de Vénus Op. 29 (El nacimiento de Venus) escena mitológica para solistas, coro y orquesta (1882) 
  • Sinfonía Op. 40 en Re m, inédita (1884) 
  • Réquiem, para solistas, coros, órgano y orquesta Op. 48 (1887-1888) 
  • Menuet para pequeña orquesta, inédito (1893) 
  • Sérénade du bourgeois gentilhomme 1903) 
  • Calígula, música de escena para coro femenino y orquesta Op. 52 (1913) 
  • Shylock, música de escena para un tenor y orquesta, Op. 57 (1889) 
  • Péleas y Melisenda, música para la escena Op. 80 (1898) 
  • Prometeo Op. 82, tragedia lírica (estrenada en 1900)
  • Pénélope (ópera) (1907/1912) 
  • Masques y Bergamasques, suite para orquesta Op. 112 (1920) 
  • Pavana para orquesta en Fa# M Op. 50 (1886) 
  • Berceuse para violín y orquesta en Re M Op. 16 (1880) 
  • Elegía para violoncello y orquesta en Do m Op. 24 (1883) 
  • Balada para piano y orquesta en Fa# M Op. 19 (1881) 
  • Fantasía para piano y orquesta en Sol Op. 111 (1917/1918)
Canciones (canto y piano)
  • Canciones Op. 1: I. Le Papillon et la fleur, II. Mai (hacia 1860) 
  • Cantique de Jean Racine Op. 11 para coro y órgano (1863) 
  • Canciones Op. 7: I. Aprés en Revê, II. Hymne, III. Barcarolle (1870/1877) 
  • Canciones Op. 18: I. Nell, II. Le Voyageur, III. Automne (1878) 
  • Canciones Op. 23: I. Les Berceaux, II. Notre Amour, III. Le Secret (1882) 
  • Canciones Op. 39: I. Aurore, II. Fleur jetée, III. Le Pays de Rêves, IV. Les Roses d’Ispahan (1884) 
  • Canciones Op. 46: I. Les Présents, II. Clair de lune (1887) 
  • La Bonne Chanson (La buena canción) (sobre poemas Verlaine) Op. 61 (1892/1893 
  • Pleurs de d’or Op. 72 para mezzo soprano y barítono (1896) 
  • Canciones Op. 83: I. Joríson, II. Soir (1894)
  • La Chanson d’Eve (La canción de Eva) Op. 95 (1907) 
  • Le jardín clos (El jardín cerrado) Op. 106 (1914/15) 
  • Mirages (Espejismos) Op. 113 (1919) 
  • L’horizon chimérique (El horizonte quimérico) Op. 118 (1921/22)
La obra para piano

La obra para piano de Fauré cubre la mayor parte de su vida creadora, de 1881 a 1921. Estos cuarenta años fueron testigos de considerables cambios, tanto en la historia general como en el lenguaje musical. Cuando Fauré escribía sus primeras obras para piano, todavía vivían Wagner y Liszt, y Brahms se encontraba en la potencia de su potencia creadora, mientras que en Francia Saint-Saëns y Lalo ocupaban una posición dominante en materia de música instrumental y César Franck no había escrito todavía sus partituras más importantes.

En la época del Nocturno nº 13 (1921), la última obra maestra pianística de Fauré; la mayor revolución musical, encarnada por Schönberg y Stravinsky, ya había tenido lugar y el joven “Grupo de los Seis”  había producido su primer impacto.

La época posterior a 1918 constituye un universo artístico y espiritual vertiginosamente alejado del de la juventud de Fauré. Además, en este intervalo, la totalidad de la obra pianística de Debussy (muerto en 1918) y de Ravel ya había visto la luz.

Ciertamente las obras pianísticas de Fauré, como el resto de la producción, revelan una asombrosa evolución desde la elegancia brillante de los primeros Nocturnos e Impromptus a la introspección sublime y refinada de su ascética (austera) última manera.

Algunas variaciones de Tema y Variaciones Op. 73 así como el Nocturno nº 7 inauguran un estilo más contrapuntístico, también más rítmico y más sinfónico. No obstante Fauré no se decantó ni hacia un estilo barroco ni hacia la orquesta, sino hacia una expresión más mesurada que simultaneó con una verdadera ascesis (reglas prácticas encaminadas a la liberación del espíritu y el logro de la virtud) de la escritura: Fauré dejó de lado las recargadas sonoridades de los románticos, los bajos octavados van a desaparecer en su escritura pianística, la sobrecarga armónica se difumina, el efecto brillante de los acordes cede su juego de líneas cada vez más acusadas, en una libre polifonía poco modulante, donde el diatonismo ocupará de nuevo un papel importante. El término de la evolución se consigue el Nocturno XIII cuyo principio es tratado como una polifonía a cuatro voces.

No encontraremos fácilmente ningún compositor francés o extranjero que se haya visto tan poco afectado por la evolución de las tendencias de la época.

La personalísima armonía de Fauré, su utilización nueva, original y audaz de la modulación, la desconcertante facilidad que muestra en el encadenamiento de las tonalidades más alejadas. La vigorosidad de su contrapunto.

Fauré sigue estando fuera del tiempo y su estilo tardío es un fenómeno aislado en la historia de la música.

Descontando la versión con orquesta de la Balada y la tardía Fantasía para piano y orquesta Op. 111 e incluyendo la Suite para piano a cuatro manos Dolly, la obra para piano de Fauré se compone de sesenta y cinco piezas. La mayor parte de ellas tiene unas proporciones reducidas y sólo en la Balada y en el Tema y Variaciones intenta una forma más amplia.

La mayor parte de los géneros que cultiva se encuentran ya en Chopin: Nocturnos, Barcarolas Impromptus, Valses, Preludios incluso alguna aislada Mazurka. Pero al contrario que Debussy no se siente interesado por la técnica instrumental como para emprender una colección de Estudios.

En cuanto a la ausencia de todo tipo de sonata en la producción pianística de un maestro que ha enriquecido tan admirablemente las grandes formas de la música de cámara, sólo refleja el declive de un género al finalizar la era romántica.

Como ocurre con la mayor parte de los compositores que no murieron muy jóvenes, el desarrollo estético y estilístico de Fauré pasa por tres etapas sucesivas que observamos con claridad en la música para piano.

  • El primer período que comprende las obras escritas entre 1881 y 1886:
  • Nocturnos nº 1, 2 y 3 Op. 33 (1883)
  • Nocturnos nº 4 Op. 36 y 5 Op. 37 (1884)
  • Barcarolas nº 1 Op. 26 (1883), nº 2 Op. 41 y nº 3 Op. 42 (1885), nº 4 Op. 44 (1886)
  • Impromptus nº 1 Op. 25,  nº 2 Op. 31, nº 3 Op. 34 (1883)
  • Balada Op. 19 (1881)
  • Mazurka Op. 32 (1860)
  • Tres Romanzas sin palabras Op. 17 (1863 y publicadas en 1883)
  • Vals-Capricho nº 1 Op. 30 (1883), nº 2 Op. 38 (1884)
  • El segundo período, de una creciente madurez, comienza en1892, después de seis años de interrupción en el terreno pianístico y se extiende hasta 1904:
  • Nocturnos nº 6 Op. 63 (1894), nº 7 Op. 74 (1898),  nº 8 Op. 84 (aparece como final en las piezas breves) (1902)
  • Barcarolas nº 5 Op. 66 (1895), nº 6 Op. 70 (1896) 
  • Valses-Caprichos 3 Op. 59 (1892), nº  4 Op. 62 (1894) 
  • Piezas breves Op. 84 (1902) 
  • Tema y Variaciones Op. 73 (1897) 
  • Suite Dolly para piano a cuatro manos Op. 56 (1893/1896)
  • El tercer período, el menos conocido de los tres, cubre dieciséis años, desde 1905 a 1921:
  • Nocturnos nº 9 Op. 97 (1908), nº 10 Op. 99 (1909), nº 11 Op. 104 (1913), nº 12 Op. 107 (1915), nº 13 Op. 119 (1921)
  • Barcarolas nº 7 Op. 90 (1905), nº 8 Op. 96 (1908), nº 9 Op. 101 (1910), nº 10 Op. 104 (1913), nº 11 y nº 12 Op. 105 (1915),  nº 13 Op. 116 (1921)
  • Impromptus nº 4 Op. 91 (1905), nº 5 Op. 102 (1910), nº 6 Op. 86 bis (1913) (versión original para arpa Op. 86, compuesto en 1904)
  •  Nueve Preludios Op. 103 (1909/1910)
Su temperamento sereno y mesurado, su innato sentido del equilibrio y del refinamiento, su facultad de sostener el pensamiento musical y asegurar la continuidad sonora y rítmica. Fauré está próximo a su casi contemporáneo Brahms, cuya posición en la música alemana es algo parecida a la suya. Los dos son artistas vueltos hacia el interior, que huyen del resplandor artificial y de la vulgaridad y se preocupan de disimular sus numerosas innovaciones del lenguaje.

Al abordar el terreno especial de la música para piano de Fauré, el nombre de Chopin se impone antes que el de cualquier otro. Los títulos de las obras no son la única razón, la elección de las tonalidades cargadas de alteraciones, sobre todo las tonalidades bemolizadas Reb M, Lab M, Mib M. Por el contario la mayoría de las tonalidades menores tienen sostenidos: Mi m, Do# m, La m. Las obras maestras más importantes de los últimos años adoptan generalmente estas tonalidades, mientras que las páginas más conocidas del comienzo son tonalidades ricas en bemoles.

Nocturnos
Los Nocturnos de Fauré son algo más que simples evocaciones de la noche. Son estudios de introspección musical de una gran profundidad expresiva, una especie de examen de conciencia musical. En algunos la magia del paisaje bañado de luna es el verdadero sujeto de la composición. Fauré gusta de las horas nocturnas por su silencio y su soledad. Otros se elevan con grandes tensiones dramáticas.

Las trece piezas testimonian una extraordinaria variedad de formas y contenidos, constituyen en conjunto un ciclo perfecto, un verdadero diario íntimo que recorre la existencia del compositor.

Los tres primeros Nocturnos Op. 33 aparecidos bajo el mismo número de opus, difieren profundamente unos de otros. 
    • Nocturno nº 1 Op. 33 nº 1 en Mib m. El más desarrollado de los tres, es sin duda la página pianística más personal y significativa de todo el primer periodo de Fauré, con la única excepción de la Balada. Si bien la escritura pianística recuerda a Chopin, las armonías son ya típicas de Fauré. Con forma ternaria, un episodio central más agitado y una Coda, Tempo: Lento, compás de ¾, compuesto en 1883.
    • Nocturno nº 2 Op. 33 nº 2 en Si M. Tempo: Andantino esspresivo – Allegro ma non troppo en Si m – Tempo I. Andantino esspresivo Allegro moderato, compás de C. De gran riqueza melódica, compuesto en 1883.
    • Nocturno nº 3 Op. 33 nº 3 en La b M. Tempo: Andante con moto, compás de ¾, compuesto en 1883. Contiene tres ideas melódicas diferentes y su acompañamiento rítmico lleno de una exquisita sutileza. 
    • Nocturno nº 4 Op. 36 en Mib M. Tempo: Andante molto moderato, compás de C, compuesto en 1884. A igual que el tercero de una riqueza melódica, realzada por un acompañamiento que en ocasiones sugiere lejanas campanas, especialmente en la sección central. 
    • Nocturno nº 5 Op. 37 en Sib M. Tempo: Andante quasi Allegretto, sección central: Allegro y en Sib m, vuelta  al Andante quasi Allegretto en la tercera sección, compás de ¾, compuesto en 1884.
    • Nocturno nº 6 Op. 63 en Reb M. Tempo: Adagio - Allegretto molto moderato y en Do# m,  Allegro moderato en Reb M, La M y Do# m – Piú moderato – Allegro – Piú moderato - Allegro moderato. Compuesto en 1894. Uno de los más importantes y bellos, que penetra en un nuevo universo.
    • Nocturno nº 7 Op. 74 en Do# m. Tempo: Molto Lento – Un poco piú mosso – Tempo I – Allegro – Molto Lento – Un poco piú mosso. Compás de 18/8. Compuesto en 1898. Forma Ternaria. Sombrío por una parte y apasionado por otra, con rápidas modulaciones, es una de las obras de Fauré de más difícil ejecución.
    • Nocturno nº 8 Op. 84 en Reb M. Tempo: Adagio non troppo, compás de 12/8, compuesto en 1902. Es el más breve y el menos complejo de todos y no recibió el número de opus independiente, sino que fue integrado en el ciclo de las Ocho piezas breves, al que sirve de final (Op. 84 nº 8). Constituye sin embargo un cuadro de atmósfera íntima lleno de encanto. Despliega una línea melódica única, descartando el habitual episodio contrastante.
    • Nocturno nº 9 Op. 97 en Si m. Tempo: Quasi adagio, compás de 3/2, compuesto en 1908. Este Nocturno nos introduce de lleno en el cerrado jardín de la vida interior del maestro, ya sordo y envejecido. El lenguaje tonal y armónico, más personal que nunca, con sus atajos enarmónicos, su ambigüedad entre modalidad y tonalidad. Ritmos sincopados. Desarrolla un único tema a través de una progresión  de creciente intensidad cuya tensión se resuelve en una serena conclusión  en modo mayor.
    • Nocturno nº 10 Op. 99 en Mi m. Tempo: Quasi adagio, compás de C, compuesto en 1909. Cercano al planteamiento del anterior nocturno, con un mayor refinamiento si cabe en el lenguaje y la sonoridad.
    • Nocturno nº 11 Op. 104 en Fa# m. Tempo: Molto moderato, compás de ¾, compuesto en 1913. Uno de los más breves y al mismo tiempo uno de los más emocionantes. Pocas notas pero ninguna que no sea esencial. Se trata de una pieza fúnebre, escrita a la memoria de Noémie Lalo y debe su impacto expresivo tan particular a una utilización personalísima de las cadencias y modos dóricos.
    • Nocturno nº 12 Op. 107 en Mi m. Tempo: Andante moderato – Allegro ma non troppo – Con anima - Piú mosso, compás de 12/8, compuesto en 1915. Uno de los más dramáticos de la serie. Como un sombrío y agitado cuadro de una nocturna tempestad marina. Con una ambigüedad hasta el último acorde entre el  modo mayor y el modo menor
    • Nocturno nº 13 Op. 119 en Si m. Tempo: Andante – Allegro – Primo tempo, compás de 3/2, compuesto en 1921. Corona dignamente toda la producción pianística de Fauré, que tan solo escribió después su Trío y su Cuarteto de cuerdas. Las dimensiones de este nocturno son mayores y más imponentes que las de ninguno después del Séptimo, y en ningún otro el contraste musical y dramático entre la zona media y los episodio extremos alcanza una intensidad tan conmovedora. Comienzo sublime con una escritura polifónica, de una pureza  y densidad admirables. El Allegro en Si M con un carácter apasionado, como queriendo escapar de la realidad, evocando a los recuerdos felices de la juventud.